jueves, 12 de junio de 2014

Hermoso 10 de junio de 2014

El martes 10 de junio -hace unas pocas horas- fue un día fantástico. El disfrute comenzó cuando a las 15 horas estaba en el Aula Magna del Hospital Fernández para cantar en una actividad de Jardín de Otoño, grupo de adultos mayores al que me invitó generosamente Felisa Wengerka. Allí tuve el gusto de cantar y decir mis cosas -mis poemas- ante un público atento y cariñoso. Fue un lujo cantar y ver sus caras, ver cómo seguían los tangos emocionados y sonrientes y, cuando todo terminó, recibír palabras tan agradables que no repito por pudor. Me abrazaron, me besaron, me dieron suaves apretones y bendiciones donde sentí lo que puede el arte, lo que une, lo que desencadena.
Después volví a casa y dí mis clases del día. A las 22.30 ya estaba en El Boliche De Roberto donde, con Laura Zilber haríamos unos tangos de mi flor. El lugar estaba abarrotado y ruidoso. No bien comenzamos con nuestra seguidilla, se hizo un bellísimo silencio que intentamos sellar con nuestras armas. Otra vez, las miradas, la gente siguiendo las canciones, las cuerdas de la guitarra y... los aplausos. ¡Qué maravilla de profesión! ¡Qué maravilla cuando podemos hacer lo que nos gusta y somos escuchados! No me fue fácil llegar hasta este humilde 10 de junio, no siempre supe para dónde caminar, pero ahora, aquí, digo, ¡por fin!